domingo, 30 de septiembre de 2012

Su.

"                      Sólo la enorme sala está libre de la oscuridad que puebla la sala. En el centro, rodeando el inmenso óvalo de luz, veintiséis desconocidos se juegan el destino al ritmo de "The Jam" protegidos por la penumbra que cubre sus rostros.
Sus manos, algunas enfundadas en guantes, emergen de las sombras sobre el tapete verde , sujetando inexpresivamente sus cartas, como si el mínimo movimiento les fuese a delatar. Si pudiésemos ver sus rostros advertiríamos en ellos la profunda concentración, la embriaguez de la incertidumbre ante un futuro a corto plazo. En este momentos sus cartas son lo único que tienen. Las agarran firmemente, con fuerza. Las agarran, las abrazan con la mente.
El aire esta cargado de humo. Algo más allá de la mesa, en la barra, alguien ha estado fumando, y ahora las nubes fantasmales se pasean sobre los presentes e irritan sus invisibles ojos. Si hubiese más luz sabríamos quienes son los causantes de la humareda. Entre ellos encontraríamos a jóvenes incendiarios, enfadados con el sistema, que ahora se emocionan ciando las guitarras de "Should I Stay on Should Y Go" rompen el silencio del sótano. Viejos comunistas comparten emoción con ellos y secundan sus pobladas barbas. Fornidos empresarios sin un pelo que agitar se ajustan la chaqueta esperando la siguiente apuesta y son solo padres de familias preocupadas por no llegar demasiado tarde a casa, donde sus mujeres inquietamente dando vueltas en la cama. Uno es barrendero. Otro es policía. Otro apenas llega a los dieciséis años y otro es demasiado viejo para estar allí.

Y entre todos ellos esta ella. Aturdida. Es un ambiente que le resulta perturbador. Difícilmente sabría describir como ha llegado allí, pero tampoco debería importarle mucho. Se pregunta que pasaría si de repente se encendiesen las luces y las descubriesen. Su pelo rubio, sus penetrantes ojos claros y su silueta de mujer quedarían al descubierto. Posiblemente todos se sorprenderían y acabaría en la calle por la puerta de atrás. "¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?", que dijera el gran Pepe Risi.
Por ello se mantiene escondida y tapa sus pequeñas manos femeninas de uñas pintadas con unos guantes blancos, suaves como su piel. Y allí, en la oscuridad, frunce el ceño y aprieta los labios, y su corazón late con fuerza sabiendo que no debería estar en la partida. Ninguno de los veinticinco hombre que se reunen esta noche con ella lo entenderían, pero es su destino.

Y es que está ya adentrada la noche y el juego. Es martes y ya solo quedan por la calle los gatos y los borrachos. Y, bajo el suelo, los jugadores.

Es tan tarde que ya han acabado dos partidas. La chica, la inexperta, ha desplumado a todos sus rivales en la primera. Su póker de cuatros ha sido suficiente para batirlos a todos. Paciente. Implacable, segura de sí misma. Casi no conoce el juego pero ha ganado.
La segunda ha sido una historia totalmente diferente. Ha terminado con un "All In" masivo en el que una escalera de color del gerente del Paranoid ha fulminado a la mesa entera. Una jugada formidable. Y la chica lo ha perdido todo.



Ahora, en la tercera y última mano de la noche, está obligada a recuperarlo. Sabe bien que no puede salir de ahí sin el dinero. Siente la presión en las sienes y, si pudiese hablar ,el temblor en su voz.  - "Es ahora o nunca". Se repite. Y está a punto de llorar cuando piensa en la oportunidad desperdiciada. Todo estaba en su mano. La partida, la noche, la vida que le esperaba ahí fuera. Sus ojos se humedecen al pensar que todo lo que estaba a su merced se ha quedado en una mesa de madera.

Juega por su vida. En ese dinero están sus ilusiones. Su futuro. Su presente. Sabe que ha dejado pasar la gran ocasión. Cuando lo tenía todo, salir por la puerta protegida por la oscuridad habría sido lo más inteligente.
Sin embargo, allí esta, jugando una tercera partida en busca de aquello que se le escapó de las manos.

No es optimista. Aunque a duras penas sabe jugar, es consciente de la suerte que tuvo en la primera ocasión. Un póker no se consigue todos los días. Es más, es tremendamente improbable que los community cards le deparen siquiera algo de la mitad de su valor. Sin duda, hoy la fortuna es completamente irrepetible.

Pero sigue jugando.

Y ya pasado el flojo y el furor, y la chica mira sus cartas sin ver en ellas una oportunidad. La última carta comunitaria se encuentra sobre la mesa, lista para ser descubierta.
El ambiente se vuelve más tenso. El humo de los cigarrillos parece congelarse bajo la lampara que alumbra la  mesa. La mandíbulas crujen. Los rostros crispados.
La chica vuelve a mirar sus cartas. Empieza a asumir su derrota. Intenta contener las lágrimas que comienzan a rodar por sus mejillas, pero no puede. Es seguro que se irá peor de lo que vino, y la tristeza que la invade no es posible describirla. El silencioso llanto es delatador. El póker no es para ella. Nunca volverá a jugar.

Cree, efectivamente, que ha llegado el momento de llorar y de arrancarse la piel. El Riven no será benévolo. No. Esta vez NO.
Nadie lo sabe con certeza, pero esta vez no.

Pero yo si lo sé. La verdad es que a veces es tan disparatada, tan mágica, que es imposible de predecir.
Y es la oscura lógica de la chica la que le da el último empujón a la irracionalidad del universo. La verdad, he dudado poco.

Si , creo que , por primera vez, esta chica me ha hecho sonreír.

El último pétalo de su flor imperial descansa boca abajo sobre la mesa.        "


Por J.L.M,
 un maravilloso regalo de cumpleaños.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Picardía.




"I
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 D,
     ILUSIÓN CENTESIMAL"




Parece que, como en el "Tute", en la vida se suplantan palos en orden creciente de importancia. Quien empieza la partida tiene el azar como único arbitrario de su destino, repartidas ya las cartas con las que podrá jugar. Las mira, las siente e intenta que hablen para él, que les digan que ha de hacer con ellas, cuales han de ser sus movimientos. Ellas callan haciendo ver que no diran una palabra y dejando al jugador sumiso en la soledad de saber que es libre de hacer lo que quiera. Comienza la partida. Prosigue. Acaba.

Frente a miles de partidas que ocurren, solo cuatro son los palos. Rombos, trevoles , picas , corazones. Imaginemos aquella partida que va a corazones. Los otros palos quedan al margen ,a su sombra, a que con un simpre movimiento de muñeca se ocultarán y dejarán de ser algo mas que simple cartón plastificado. Todo queda a su merced y la simbología desangra todo su significado en hacer que la existencia del corazón acontezca. En elaborar una historia en la que solo él encuentre el sentido. Todo a merced de un solo palo pues sin él ninguno de los otros deberían existir.

Allá como en la vida misma estamos sumisamente perdidos en una partida de millones de miles de palos distintos. Apenas tenemos manos contabilizadas en días de vida para siquiera mirar sus formas e intentar asociarlos entre ellos. Quizás lo mas difícil y extraño de este enorme juego sea que la mano del azar actuó previa a nuestra propia razón y quedamos ciegos ante el conocimiento del motivo de nuestros movimientos.
Apostarlo todo por algo... Calibrar todo por un fin... Establecer el escrupuloso orden de la simetría de intenciones para un objetivo... desconocido.

Quizás los mas inteligentes logren descubrir a que palo van en este inmenso juego que es vivir, en base a las heridas que acumulan por partida.






(* El hecho de que parezca que el Tute se juega con cartas de Póker es erróneo)


Culpabilidad.




Parece que todo ha quedado limpio, mas es mentira.
Debajo de estos días de inconformismo colectivo queda algo de esperanza cadavérica. Queda algo de ti que me hace defenderte de las críticas y de las rasgaduras que te quieren hacer confuso ¿ A quien le tocaba caer en las garras del desequilibrio si no a mí, que había sido siempre el componente transgresor en esta historia? Es macabro como me has cogido el relevo y ahora quien ha abandonado el equilibrio eres tu. No es ni tu virtud ni tu defecto ir contracorriente. No se te da mal porque te arrastra una fuerza multitudinaria. No se te da bien porque aún te quedan raíces que desgajar en la dirección contraria.

Sigo pagando la condena de la relación que mantuve con la locura. Ilógico. Cómo sigo atada a mis ojos tiernos y a mi inmadura esencia no lo sé a ciencia cierta pero hablando de consecuencias es umbría la perspectiva. Apenas puedo admitir el paso del tiempo y cuando miro atrás me ahogo en días y días que se amontonan como un oficinista construye edificios de papeles de indiferencia. Estoy aterrada de la calma, hiriéndome en el silencio y ardiendo por la suave brisa que define la tranquilidad. No puede haber una condena peor que ver el mal en cada una de las fases de la curación. No puede hacer una decepción mas grande que odiar el reflejo de tus días jóvenes. Hay errores que marcan de por vida y son tan grandes que el sentimiento de culpabilidad tarda en ser importado desde la inmensidad de lo inabarcable. Ya no sólo te equivocas sino que equivocas tu mundo. Antes de que llegue la culpa todo se llena de autocompasión ciega.

Aquí no valen las disculpas ni las buenas intenciones. No vale tampoco cumplir condena y olvidar pues una pena eterna es lo que inculcan en estos casos a las mentes débiles como yo. Alguien que quiso tanto y de esta manera dio la espalda a si misma no esperara ser recibida con los brazos abiertos en su cómoda habitación. Aquí no vale nada más que la ardua lucha por la supervivencia. Macabros fantasmas que creíste combatir llena de fuerza en un principio hasta se compadecen de tu ingenuidad. Todo se llena de sombras hasta que llegue el día de nuevo, hasta que lleguen otra vez las sombras y así toda una vida. Llegaré al ecuador y más que alzarme altiva romperé a llorar de rabia. Quizás lo mas insoportable de este estilo de vida es que es tristemente soportable.
Esta todo muy desconfigurado aquí dentro. No se si puedo echarte de menos de la misma manera que lo hice siempre ahora que el peso de la culpa ha llegado por fin en una única entrega. Ya no estas disfrazado del monstruo que me hizo querer armarme por previsora y me dio ganas de ser fiera.
Tu venganza ha llegado y su fuego me abrasa.

Si he de resurgir de algún lado ha de ser de estas cenizas,
cuando acabe de arder
en el inmenso carbón de esta condena a culpa.