domingo, 9 de mayo de 2010

Como un fino hilo de luz que en el horizonte ondea el día, vendrán a poblar mis venas bálsamos de pura vida.
El corazón palpitará y despolvoreará sereno. Dormirá sereno y despierto bailará al compás de canciones sin versos grises, melodias de versos libres.
Y la libertad será otra vez sagre de mi piel y no espina de mis huesos; y la libertad y la pena al fín saldrán de mí, una para guiar mis pasos, otra para siempre morir.

sábado, 8 de mayo de 2010

Viola Elena V.J

El hombre arrastraba sus pasos a lo largo de la estación buscándola. No sabía ciertamente lo que buscaba porque lejos estaba de poder imaginarse lo que iba a encontrar; un rostro frío, una cara desencajada, quizás una nueva identidad anclada en esos ojos castaños que, en otros tiempo, miraban tanto al suelo. Los trenes descansaban silenciosos, esperando a que la mañana despertase y los sacase de su sueño. “Es muy temprano” - pensó, pero probablemente a estas alturas ella también habría roto con el tiempo. La buscó con la mirada diez, quince, treinta minutos mientras sus pasos acompasados resonaban en la soledad sombría de esa mañana de febrero. Acabó por sentarse en un banco de piedra que se empotraba contra la gris pared de la estación cuando los recuerdos, como venidos del pasado, se hacían ahora claros en su mente. El sudor injustificado empezaba a empañarle la frente y de entre todas las cosas que atormentaban su conciencia una de ellas le hizo perder el control de su respiración. “Las cosas no son tan fáciles ahora, o por lo menos para mí. Quizás haya conseguido todo mientras yo aquí, que fallé una vez, sigo sin hacer que el tiempo pase a mi velocidad”- pensamientos que fueron nada una vez pensados. Él estaba allí y allí permanecería si debía de caer la noche. No había recorrido una vida entera para obtener ahora un silencio de trenes.

jueves, 6 de mayo de 2010






La brisa enredaba su pelo que limpio y brillante volvía sus rizos al sol. El mar y la arena andaban cogidos de la cintura y besaban sus labios carentes de reparo alguno. La chica desnudó su cuerpo y , como de la noche, las luces huyeron como mariposas.
Rubia y erguida, la sangre en su piel tatuaba ríos creciendo en su orilla.
Mas la bellísima chica pensó que era susurro lejano, de todas formas morir nunca fue un golpe tan bajo.
(Imagen: Bouguereau )
Cogen mis pasiones una a una las cortinas y desgarran con sus fauces la barrera de la luz. Luz que entra y que penetra en mis pupilas de águila viva.
Tras el resplandor de luz se hacen trizas las fibrillas que mantenian mi dulce brillo en contacto con la razón, inquieta razón que muere sin enfermedad y por crimen. Asesina sea la luz que esconde como arma su inmediata huída, la oscuridad.
Quieren mis versos ser paja del alcoba y de siesta umbría. Ser suspiros de dias de lluvia, ser cauce de licor salado, cauce de penas, reflejos con cadenas y aguas que aún son hielo.
Muere mi amor, sin duda, por no tener en sus días quien se acuerde de su nombre. Sagra pues sí es enfermedad su fín. En mi interior tumoriza la ilusión que habita y en el exterior aún siguen infectando su herida.
Amor, que triste es amar y ser amado cuando seas tú solo el que las dos enmiendas llevas.
¿Por qué seguir?

"Porque aún tengo la vida" (Miguel Hernández)

Saludos, aquí empiezo.