viernes, 12 de julio de 2013

18.


Soy ojos brillantes al fondo de una maleza
Que en futuro se verán hechos recuerdo
Atenta en esta ribera de en sueño
Amante del desamor soy prisionera.

Amanezco día tras día sin aguja
Que a mi norte marque temeraria
Primera mujer y entre lindes carcelaria
De incierta larga travesía que me acoja.

Y no hay dolor ni ya pesar que haga oprimida
Junto a todas las batallas mi mirada
A este lado de los años solo es cerrada
Por brava más la noche que mis heridas.

Solo busco de entre todas la manera
De porder fundir mi piel a un ser volátil
Que la entrada a sus reinos me haga fácil
Y en el cielo ir a morir sin ser arena.



lunes, 8 de julio de 2013

Humilde río



Las palmeras agarraban con sus brazos el cielo enrojecido que, como aquel que del exilio vuelve, hacía su aparición cada atardecer. Los vestigios de la huerta murciana se olían, se sentían y se sentaban en alguna esquina como los ancianos veteranos que a sus sillas eran fieles combatientes. Todo se podía mezclar en una única virtud exquisita, en el rio que permanecía humilde y silencioso ante aquel divino apéndice escondido.

Los hogares por allí no dejaban mucho que desear a los ciudadanos exquisitos y todo lo eran ahora para mí. Frente a ellos el llanto de un bebe me recordaba a la vida más primitiva y al latir más acertado que podían en ese momento desear mis entrañas. Me sentía rehén y prisionera de mis años cuando elucubraba con ser autóctona de maderas desconchadas y tenues olores vegetales. El camino se perdía hacia donde no llegaban los ojos pero no iría más allá de mi imaginación caprichosa. Ella deseaba por todos los medios enterrarse en esa tierra y florecer convertida cualquier ser que testamentara permanecer anclado a esa rivera las eternidades que al mundo le quedasen.

Este año el verano había entrado en la cuidad en Julio mas lo que la humanidad entera desconocía era que entre esos kilómetros se resguardaba el resto del tiempo. Era un cofre protector que abría a las puertas de la urbe y cerraba a los pies de los pinos. Si no hubiera sido una Schehrazada, mil y una razones habría hallado para perecer de amor bajo su fracción de estrellas. Hubiera matado por volver a nacer convertida en anciana temeraria que con ajados zapatos cierra la puerta de su agrietada casa.

A la orilla del río humilde, volví a pensar en el amor como un hecho irreparable, como la locura convertida en jazmín venenoso.

A la orilla del río humilde reconocí que me alojo más allá, en la arquitectura ciudadana,
pero que mi sangre solo recuerda su ardor y tono bajo aquel cielo que atardece.

miércoles, 22 de mayo de 2013

M.Erzouga.




Es el silencio el estruendo más mordaz de todas las secuelas que deja tu metralla, firme bala que atraviesa mi conciencia y derrite mi identidad. Silencio como sueño de todo nómada que nunca quiso heredar su condición. Todo está encharcado del desgarro y es humor pardizo que no debió hacerse oceánico.

Veo manchado de pasión todo lo que debería vivir de ella. Inerte, abandonado queda al margen de miradas que aún atreven ignorar su indecoroso caos . ¿Dónde está la razón de esta locura bella sino en la muerte de lo que nunca debió de ver la luz? Siento como embolizan en mí todos los impulsos a los que no privas de su cautiverio en mis sienes. Viven toturandolas de noche y a veces de día también se mueven. Viven porque no pueden morir sino en el exterior del alma.

Has sido proliferante, maligno y destructivo y toda la orfebrería celeste has astillado en tu partida. Triste trabajo el de quien fuiste tú y tus finos modales de artesano utópico.

Ojalá pudiera ir a maldecirte a tus capítulos más nunca bajaste la vigilancia que atesora sus impolutos tomos. Fuiste el libro más cerrado de la historia de los refranes y, como todo en ti, el espejo más contrario de los reflejos de los que te miramos.

Aún así mis ojos encallaron en ti y tu venenosa esencia fue mi elixir narcótico. Aun así puede decirse que te quise.

Todo error conlleva quema y todo fuego aguarda ser ceniza. Ahora cada grano de arena arde bajo mi piel como si quisiera hacerse desaparecer con ella.

Y cuando sean cenizas ya ni siquiera habrán sido desierto.
Te has llevado mi magia recién nacida, mi brújula y de mi viaje
mi recuerdo.